11.9.09




La copa no se rompió y eso es desgracia. Uno tiene que aceptar las vueltas de la rueda de la fortuna, como en el tarot. Cuando era chiquita fui a una boda gitana, una fiesta muy linda, no me la olvido más… y la copa no se rompió. Una vieja gitana gritaba “desgracia, desgracia” y yo me asusté mucho, pero mi papá me llevó aparte y me contó que esas eran tradiciones, creencias y esas creencias siempre tenían un origen. Mi papá decía que a cada día le seguía su noche, que a cada llanto le seguía su risa, que a cada nacimiento una muerte. Mi papá decía que había que ir a las bodas con muchas sonrisas y una lágrima, la sonrisa para la buena aventura y la lágrima para acordarnos que la felicidad no es eterna. Y decía que en los funerales había que llorar con muchas lágrimas y una sonrisa, la sonrisa es para acordarnos que en la vida todo es una rueda, que lo que nace… nace para morir, y lo que muere… muere para nacer. Pero no hay que ir a las bodas pensando en funerales, ni a los funerales pensando en bodas. A la vida hay que aceptarla como es, con su día y su noche, con su llanto y su sonrisa. Hay que aceptar la vida como es, con sus bodas y sus funerales.